RESUMENHernando de la Parra es un personaje del que en Ecuador se conocen suficientes situaciones de su vida; se sabe el nombre de su esposa y el de seis de sus hijos; así como el devenir de la mayoría de ellos. También se tiene constancia de bastantes hechos de su vida social, como soldado primero, y como vecino de Quito después. Pero nada se sabe de su vida anterior a la llegada a San Miguel, salvo algunas suposiciones, basadas en conjeturas. En España sí que es realmente un desconocido, pues ni siquiera recuerdan en Baltanás[1], su pueblo de nacimiento, que él existiera, a pesar de que allí pasó su infancia y juventud, se casó y tuvo como mínimo un hijo, antes de embarcarse para las Indias. Aquí no hay ninguna calle con su nombre que le recuerde, ni se le ha levantado monumento alguno, como se hizo con otros conquistadores. En el presente artículo se aporta información nueva que completa la biografía de este conquistador y poblador, fundamentada en un documento inédito que nos da información sobre la etapa de su vida anterior a la llegada a Perú y completa datos sobre su estancia en Quito.
Palabras clave: Quito, encomienda, encomendero, Belalcázar, Pizarro, de la Parra, San Miguel de Piura, Rumiñahui, Baltanás, Palencia.
Agradecimientos[2]
Contenido
- El hallazgo de un documento inédito sobre Hernando de la Parra
- Vida y hechos de Hernando de la Parra en Indias
- Bibliografía
- El autor
- Notas
El hallazgo de un documento inédito sobre Hernando de la Parra
Cuando buscaba información sobre Hernando de Villoldo, vecino de Baltanás, mi décimo abuelo paterno en una de las líneas de mis antepasados, encontré en el Archivo Histórico Provincial de Palencia[3] un “Pleito civil entre Hernando de Villoldo y los herederos de Alonso Rodríguez de Mena y los hermanos del dicho Hernando de Villoldo, vecinos desta villa”, en el que Hernando reclamaba una tierra que le correspondía por herencia de su abuelo Hernando de la Parra. Inserto en este pleito figura el traslado de una «escritura de concierto» o acuerdo, escriturada en Quito, el 7 de febrero de 1569. Se trata de un documento inédito hasta el presente que aporta novedosa información a la biografía de Hernando de la Parra, conquistador del Perú y vecino de Quito, bisabuelo de Hernando de Villoldo. Fue posible cotejar este concierto con la copia recogida, al mismo efecto, en la continuación del litigio seguido en la Real Chancillería de Valladolid, donde se conserva en su archivo[4].
Según lo que se deduce del citado documento, Hernando de la Parra el mozo, el que pasados los años sería abuelo de Hernando de Villoldo, en 1564 pidió licencia para pasar a Perú, como está corroborado en los registros de la Casa de Contratación de Sevilla, donde esperaba ver y conocer a su padre, Hernando de la Parra el viejo, y pedirle la legítima que le correspondía de su difunta madre María de Salinas, que había sido la primera esposa de su padre[5].
El 15 de marzo de 1567:
Hernando de la Parra, natural de la villa de Baltanás, hijo de Hernando de la Parra e de María de Salinas se despachó a la provincia del Pirú por cédula de su magestad, e lleva consigo a Elvira Núñez, su muger, natural de la dicha villa, hija de Andrés Núñez y Ana Albín, y Mari Candela su hija soltera…[6]
En Quito, y en lo esencial del acta del acuerdo, este De la Parra mozo hizo cesión de sus derechos sobre el feudo de indios y el mayorazgo en su hermano Hernando de la Parra Corral (pues su padre, viudo de María de Salinas, había contraído un segundo matrimonio con Francisca del Corral, con la que tuvo al menos seis hijos, el mayor de los varones también llamado Hernando). Sigue por su interés la transcripción de la escritura de Quito:[7]
Con los datos que se aportan en este documento podemos asegurar con suficiente fundamento, que Hernando de la Parra, conquistador en el Perú, uno de los fundadores y primeros pobladores de la ciudad de Quito, no era extremeño, ni nacido en Guadalcanal (Sevilla)[8] como habitualmente se escribe, sino baltasaniego.
Hernando Rodríguez de la Parra, el mozo, volvió a su pueblo palentino unos años después, quizás tras de la muerte de su padre, pues, al parecer, su ausencia se prolongó unos cinco o seis años. Regresó viudo, ya que su esposa Elvira Núñez falleció[9] en el trayecto, antes de llegar a Sevilla.
Hacia 1573 hizo un segundo matrimonio con Isabel Tijero, con la que tuvo un hijo que fue bautizado, con el nombre de Fernando, el 4 de julio de 1574 en San Millán, pero parece que no prosperó. Isabel falleció en fecha indeterminada entre 1576 y 1578, ya que esta no figura en su partida de defunción[10]. Hernando hizo un tercer matrimonio con Ana de Laguardia.
Hernando de la Parra el mozo dictó su testamento el 4 de septiembre de 1580. Entre las varias claúsulas que contiene, dispuso una que dice así: “yten, mando que se digan diez misas a loor del Espíritu Santo por la conversión de los indios que Hernando de la Parra mi padre tuvo en Indias”. En el mismo dejó como herederas a sus hijas Ana de la Parra y María Candelas de la Parra. Falleció el día 13 de dicho mes y año.
La descendencia de Hernando de la Parra en España llega hasta nuestros días.
Vida y hechos de Hernando de la Parra en Indias
Como ya se ha indicado, ni mucho menos es Hernando de la Parra un desconocido en Ecuador y en su capital Quito, donde tiene una calle con su nombre[11], y como una figura reconocida de la conquista se le cita en numerosos libros y artículos sobre temas locales, históricos y antropológicos. En menor volumen y más corta dimensión se ha ocupado del personaje la investigación americanista en España, donde es uno más de la lista de conquistadores y pobladores. No obstante esa difusión ecuatoriana de la propia historia, el perfil del personaje está incompleto. Aunque, ahora, queda más definido en lo que toca a sus orígenes con la aportación del documento expuesto. Desde este punto biográfico de partida y otras informaciones recogidas de muy diversas fuentes, se puede esbozar el recorrido de los hitos más relevantes de la vivencia de este conquistador en el territorio norte del imperio inca, el Quito-Chinchaysuyo, y como fundador y poblador de la ciudad de Quito en el nuevo reino del Perú.
Hipotética secuencia temporal de la vida de Hernando de la Parra
Presentaré de forma breve los hechos aquí reseñados, ya que para ampliaciones se pueden consultar trabajos más pormenorizados y especializados de investigadores americanistas. Comenzaré el relato en San Miguel de Tangarará:
Es conocido que Francisco Pizarro había llegado en 1532 al pueblo tallán de Tangarará (Perú), situado a orillas del río Chira, donde a mediados de agosto fundó su primera ciudad en el Perú: San Miguel de Tangarará[12]. Igualmente lo es que poco después de los hechos de Cajamarca (16 noviembre 1532) y antes de salir para Cuzco, nombró por teniente gobernador de aquel asentamiento al capitán Sebastián de Belalcázar, uno de los miembros destacados de su expedición.
Belalcázar, no aguantó mucho tiempo en aquella colonia, intranquilo por la posible llegada de Pedro de Alvarado con un ejército muy numeroso, y apremiado por las demandas de ayuda de los cañaris contra el general inca Rumiñahui; así que con un grupo de no más de ciento cincuenta o doscientos soldados, entre jinetes e infantes, y sin esperar las órdenes de Pizarro, pero contando con la decisión afirmativa del cabildo abierto que habían convocado los vecinos de San Miguel, comenzó la conquista del territorio que llamaban “del Quito”.
Hernando de la Parra se encontraba con anterioridad en San Miguel o bien llegó precisamente en esas fechas[13], y con sus armas y caballos, más dos escuderos a “su costa y minción”, se incorporó al grupo de aventureros.
Sebastián de Belalcázar, por Eladio Sevilla. Museo Municipal de Quito
La fecha de la salida es controvertida, variando, según los investigadores, entre los meses finales de 1533 y alguno de los primeros meses de 1534[14]. El grupo de españoles contó con la ayuda de los indios tallanes que actuaron como cuerpos auxiliares y al llegar a Tomebamba (mes de abril) se unió al insuficiente grupo un numeroso ejército de indios cañaris, deseosos de vengarse de los incas a causa de las crueles acciones que Atahualpa había cometido con ellos y dispuestos a apoyarles contra Rumiñahui, enemigo común[15].
Desde Tomebamba siguieron el camino inca pasando por Sibambe, Riobamba, Mocha, Muliambato (actual Salcedo), Uyumbicho y Panzaleo, hasta llegar a la ciudad de Quito. En ella se encontraron con algunos edificios en llamas, comprobaron que la mayoría de sus habitantes habían huido y sobre todo, que estaba vacía de los tesoros esperados. Pero allí plantó Belalcázar el pendón castellano el 24 de mayo de 1534. Tras unos días de descanso este salió hacia el norte (Cayambe) en persecución de Rumiñahui, que días antes se había replegado a los Yumbos junto con Zopozo Paucar, gobernador del Quito.
En los varios meses que tardaron en hacer el recorrido, Hernando demostró un gran arrojo y pericia en la estrategia militar, en acciones tales como: el desalojo de los indios que les hostigaban desde las alturas en el pueblo de Sibambe, la sangrienta batalla que tuvo lugar en el estratégico nudo de Teocaxas (Tiocajas) antes de poder llegar a Riobamba, y las otras escaramuzas y guazábaras que se fueron dando en cada una de las citadas poblaciones de la ruta inca. En todas ellas destacó por su audacia para enfrentarse a las situaciones y superar las trampas que les preparaba el astuto Rumiñahui, al que él mismo, en un pasaje de su probanza de méritos, califica de valeroso capitán.
Hernando de la Parra asistió a la fundación de San Francisco de Quito sobre las ruinas de una ciudad devastada, siendo asimismo de los primeros 204 vecinos que la habitaron. Los hechos se desarrollaron, más o menos, en la siguiente sucesión:
Pedro de Alvarado, gobernador de Guatemala, había desembarcado en la Bahía de Caráquez, y se dirigía a “las provincias de Quito”. Desde el Cuzco Francisco Pizarro quizás preocupado por la presencia de Alvarado en Perú, dio orden al mariscal Diego de Almagro de ir a Quito para cortar el paso a Alvarado. El mariscal, que por entonces estaba persiguiendo a Quisquis, general de Atahualpa, desde Jauja se dirigió diligentemente a San Miguel. Cuando llegó en el mes de abril, se enteró de que Belalcázar ya había salido en aquella dirección. Fue en su seguimiento a finales de mayo, sin que fuera hostigado por los indios. Cuando llegó a la zona de Quito a mediados de julio, desde los Chillos mandó volver a Belalcázar, y ambos pasaron a Riobamba a primeros de agosto. Una vez que llegaron, como medida disuasoria ante Alvarado, el mariscal Almagro fundó el 15 de agosto la ciudad de Santiago (actual Guayaquil), con intención de señalar la propiedad de aquel territorio.
Cuando llegó Alvarado, la situación entre ambos estaba muy tensa y parecía que los dos ejércitos iban a llegar a las armas, pero Almagro era un hombre templado, y después de tres días de negociación, acabó convenciendo a Alvarado, con la promesa de resarcirle de las pérdidas con una cantidad entre 80.000 y 120.000 pesos de oro. El acuerdo se firmó el 26 de agosto. Y para confirmar su poder, Almagro fundó San Francisco el 28 de agosto, con la orden de mover la ciudad al lugar llamado Quito por los indígenas.
Como a continuación, Almagro y Alvarado habían partido hacia el sur para encontrarse con Pizarro, sería Belalcázar, con el cargo de teniente de gobernador, el que confirmaría y ejecutaría el asentamiento quiteño el domingo 6 de diciembre de 1534.
Con el asentamiento, Belalcázar ratificó a las autoridades del nuevo Cabildo de Quito, compuesto de dos alcaldes y ocho regidores, que ya había elegido Almagro en agosto. El Cabildo llevó a término el empadronamiento de los que quisieron avecinarse, ordenó que se hiciera el trazado de la ciudad, acordó que se construyera una iglesia provisional y que hubiera un ejido en las afueras. El 20 de diciembre se repartieron los solares para que se iniciara la construcción de viviendas y otros edificios necesarios. Viviendas y propiedades que establecían la categoría diferencial de “vecino” de los pobladores con los naturales que no lo eran[16], y en tal categoría como principales en el orden social estaban los conquistadores, fundadores y colonizadores, seguidos de otros propietarios. A los primeros se les otorgaron solares de media manzana y de un cuarto de manzana a los segundos.
La captura de Rumiñahui, el jefe inca que traía de cabeza a Belalcázar y a sus soldados, es el acontecimiento por el que con más frecuencia se nombra a Hernando de la Parra[17]. La interpretación que se da al hecho es bastante diversa y depende de la fuente que se consulte. De la Parra dice en su expediente de méritos y servicios que lo persiguió con un grupo de compañeros de armas, pero que fueron otros soldados los que lograron su captura. No sin añadir que el apresamiento solo fue posible porque con dicha persecución habían conseguido acorralar al inca[18]. Miguel de la Chica, en su probanza de méritos, se atribuye él solito la hazaña, aunque los testigos acabaron por dar los nombres de otros soldados que, según lo que recordaban, también intervinieron en el desarrollo de la acción, entre ellos Alonso del Valle, Juan del Salto y Juan Enríquez[19]. Rodolfo Pérez Pimentel, lo narra de forma que posiblemente consigue integrar, de forma más objetiva, las dos opiniones anteriores:
A principios de enero de 1535 el capitán Hernando de la Parra se había metido por Aloag y dio con las pampas de Chiac; cuando, en uno de los promontorios del «Topalibi» —que significa «el rodadero del gran jefe”— vio a un indio adornado de collares, brazaletes y llautu que brillaban con los rayos del sol, arrojándose al vacío, pero se quedó enredado y colgado en uno de los espesos matorrales de Chilca. Bajado por unos soldados dijo llamarse Rumiñahui y fué trasladado en parihuelas a donde estaba Benalcázar…[20]
Sin embargo quedan bastantes dudas y varias interpretaciones de cómo realmente se desencadenaron los hechos. Lo cierto es que Rumiñahui fue apresado en el sector de los Quijos cuando intentaba llegar a Sigchos, y que poco más tarde también capturaron a Zopozo Paucar, cuando se dirigía de Sigchos a Pillaro.
Rumiñahui, Quito. Vicente O. Rivadeneira
A partir de 1535 se documentan en las actas de los cabildos los repartos de las encomiendas adjudicados por la Corona a descubridores y fundadores. En la primera relación de encomiendas conservada del Cabildo de Quito, probablemente de 1548, entre las 47 registradas figuran las que recibió Hernando de la Parra, por cédula de Francisco Pizarro, en el primer reparto que hizo Belalcázar en nombre del marqués:
El repatrimiento Hernando de la Parra tiénelo votación por el Marqués parece Terna quatrocientos indios, indios para llegar a las minas, parece que va a dar a sus grangerías cien pesos [21] .
Cuando se desencadena la oposición de los encomenderos a las Leyes Nuevas (1542), por las que el sistema de encomiendas entraba en un proceso de «liquidación», y que acabó en la «Gran Rebelión» de los gonzalistas contra realistas, él, que por esas fechas era alguacil mayor de Quito (1545), se mantuvo con los realistas apoyando y acompañando al virrey Blasco Núñez Vela, hasta la derrota que Gonzalo Pizarro les infligió en Iñaquito (18 de enero de 1546). Allí murieron muchos, el virrey fue decapitado en el mismo campo de batalla y colocada su cabeza en el Rollo de Quito. Los que sobrevivieron a una matanza posterior fueron hechos prisioneros, entre ellos De la Parra.
Los vencedores se llevaron los indios de la encomienda, le despojaron de las tierras y del ganado y le incautaron todos los demás bienes que tenía en Quito, además de quemarle la casa donde vivía[22]. Fue desterrado a Chile.
Pero Hernando de la Parra y varios más de los que con él iban al destierro, prepararon un motín en el barco en que les llevaban, lograron hacerse con el barco y cambiar el rumbo hacia Nueva España[23]. Ya en aquellas tierras Hernando se asentó algún tiempo en la ciudad de México. Posteriormente se unió a las tropas que estaba organizando el presidente Pedro de la Gasca, con el que retornó al Perú (1547), para la contraofensiva a la facción de Gonzalo Pizarro. Muerto este después de la batalla de Xaquixaguana (9 de abril de 1548), recibió de De la Gasca las encomiendas de Chumaque, Caque y Cañares, que le rentaban anualmente dos mil cincuenta pesos. En 1549 se le menciona como encomendero de los puruháes[24].
Parece que por esas fechas, Hernando de la Parra se había casado en Lima con la sevillana Francisca del Corral e Hinojedo[25], con la que tuvo seis hijos: Bernardina, Hernando, Mateo, Blas, Francisca y Beatriz.
Las mercedes de tierras por parte del Cabildo se iniciaron en 1535 y Hernando de la Parra fue de los primeros que acumuló terrenos que sumaban una gran superficie. Así, el 29 de diciembre de 1551, el Cabildo de Quito le otorgó el proveimiento del vasto latifundio de Chuquipogyo, que se extendía en las estribaciones del volcán Chimborazo; tierras que pertenecieron a los puruháes y posteriormente a los incas. Después, sus tierras las heredaron sus hijos Hernando y Mateo. Este segundo fue quien recibió Chuquipogyo. Mateo se las dejó en herencia a su yerno Francisco de Guevara, que años más tarde vendería a José Villavicencio “las tierras que fueran de Mateo Rodríguez de la Parra”[26] por valor de doscientos patacones[27].
Hernando de la Parra fue contador en la Caja Real de Quito en el periodo 1553-1559, realizando una labor fundamental para el funcionamiento de la Caja, pues sería el encargado de llevar el control de entradas y salidas por concepto de los distintos ramos de la Caja, anotadas en los correspondientes libros de registro. Y como tal le correspondía certificar ese movimiento de la Caja y en general la vigilancia de la contabilidad de la misma, ejecutando auditorías de las cuentas que recibían de los administradores de algunos ramos importantes de la Caja como el de quintos, alcabalas o el de tributos[28].
El 24 de enero de 1560, hizo probanza de sus méritos y servicios a la Corona, para solicitar del rey Felipe II un privilegio de armas y también la subida de su renta de 500 hasta 3.000 pesos de oro o en indios y el almojarifazgo mayor de Quito. La respuesta al pie del documento es lacónica: «Las armas fiat y en lo demás no a lugar». En Toledo, 17 de diciembre de 1560[29].
La real cédula dice así:
Don Felipe, etcétera. Por cuanto por parte de vos, Herrando de la Parra, vecino de la çibdad de San Francisco del Quito, me ha sido hecha relación que vos fuistes uno de los primeros conquistadores y pobladores de las provincias del Perú y Quito, en lo cual nos habíades servido como buen soldado y servidor nuestro con vuestras armas y caballo a vuestra costa y misión, así en compañía del Adelantado Belalcázar, como de otros capitanes nuestros, donde habíades pasado grandes trabajos y necesidades, especialmente en ayudar a ganar dos sierras muy ásperas en que estaban encastillados mucho número de indios, que la una se llama Cibante y la otra Copocopugua, hasta que fueron ganadas y toda la tierra allanada y pacificada, y que después fuistes en compañía de Blasco Núñez Vela, nuestro visorrey que a la sazón era de las dichas provincias, a la provincia de Popayán, y vuelto con él a la Ciudad de los Reyes, donde Gonzalo Pizarro le había dado la batalla y le había desbaratado y muerto, y vos habíades sido preso y maltratado por sus soldados, y os desterró para Chile juntamente con otros soldados, servidores nuestros, con los cuales os habíades concertado. Y tomastes el navío en que os llevaban y os fuistes huyendo a la Nueva España, de donde teniendo nueva que el licenciado De la Gasca, obispo que al presente es de Palencia, iba por gobernador de aquella tierra, habíades vuelto a nos servir a las dichas provincias contra el dicho Gonzalo Pizarro, y que ansí mismo nos habíades servido en todas las otras cosas que se habían ofrescido como leal vasallo, sin nos haber deservido en ninguna cosa, como dijistes constaba y parescía por una información de que ante nos, en el nuestro Consejo de las Indias, por vuestra parte fue hecha presentación, y me fue suplicado que acatando los dichos vuestros servicios, vos mandásemos dar por armas un escudo hecho tres partes: que en la primera parte alta estén dos peñoles nevados, y en lo alto dellos estén dos casas fuertes de oro, y entre medias de los dichos dos peñoles, baje un río con unas aguas de mar azules y blancas, sitiados en campo verde, y en lo alto cielo azul; y en la otra parte de abajo, a la mano derecha, un león de oro rapante y en campo azul, y en la otra parte izquierda una ballesta y manojo de saetas atado, de color de oro, en campo colorado, y por orla cuatro mazorcas de maíz y cuatro parras verdes en campo de oro, y un yelmo cerrado con su rollo torcido, y por devisa un león de oro en salto, con una saeta en las manos, con sus trascoles y dependencias a follajes de azul y oro, o como la nuestra merced fuese, etc.
Dada en Toledo a 23 de Diciembre de 1560. —Yo el Rey[30]
En 1565, cuando De la Parra era alcalde ordinario de la ciudad, don Juan Zumba, cacique del pueblo de Uyumbicho, le puso pleito en la Real Audiencia de Quito por la propiedad de unos terrenos en Uyumbicho. Litigaban por una propiedad indígena que ocupaba la considerable cantidad de 23 caballerías y media, en la que los indios yanaconas sembraban maíz y patatas[31].
Mui poderoso Señor, don Juan Zumba cacique del pueblo de Uyumbicho de la encomienda de Francisco Ruiz por mí y en nombre de los yndios del dicho pueblo ante Vuestra Alteza parezco y en la mejor vía y forma que puedo y devo de derecho propongo demanda contra Hernando de la Parra alcalde hordinario de esta ciudad y digo que es assí que posseyendo y teniendo quieta y passíficamente yo y los dichos yndios mis sujetos por nuestras y como nuestras propias unas tierras y chacras de sementeras en el dicho pueblo que antiguamente desde los tiempos passados de los yngas y después siempre las hemos labrado sembrado y beneficiado y los yndios que las poseen han subçedido y subseden en ellas por subçesión y herencia de sus padres y antepasados el suso dicho Hernando de la Parra se entró y entremete a labrar y querer sembrar en ellas contra nuestra voluntad…[32]
La sentencia (13 agosto 1566) fue favorable para el ya envejecido conquistador, y con posterioridad, en juicio de 1595, se confirmó la propiedad a la familia De la Parra por un mandamiento de amparo de don Francisco de Mendoza Manrique, corregidor y justicia mayor de Quito[33].
Queda claro, que en consonancia con el grupo de peninsulares conquistadores, el estilo de vida que sigue De la Parra en Quito busca reproducir el modelo del noble peninsular, que tiene sus manifestaciones externas más significativas en la posesión de escudo de armas, morada distinguida y situada en calle principal[34], ocupación tan solo de cargos y oficios honrosos, participación en cofradías exclusivas, enterramiento, capilla en una iglesia, mantener criados y esclavos, etc. Así, fue regidor de Quito en 1544 y 1549, alguacil mayor en 1545, fiel ejecutor en 1550[35] y alcalde en 1564 y 1565[36].
En una iglesia de adobe y paja en la plaza principal de Quito, que se utilizó como la primera iglesia secular de la ciudad, se estableció en 1543 la cofradía del Santísimo Sacramento. Entre sus primeros miembros se contaban los españoles conquistadores y primeros vecinos de mayor rango, incluyendo varios capitanes y oficiales de la ciudad.
El libro de reglas de la cofradía del mes de agosto de 1545 está firmado por sus cuatro miembros fundadores: el capitán Fernando Ortiz y Mena, el capitán Francisco Ruiz, Pedro de Baesde y Hernando de la Parra[37].
Entre 1562 y 1565 se edificó la nueva catedral de Quito, en el sector sur de la que sería la Plaza Mayor y como otros vecinos distinguidos, Hernando de la Parra pidió y consiguió del Cabildo, en 26 de mayo de 1563, lugar en ella para su enterramiento y el de sus descendientes.
En este dicho cabildo, los dichos señores dixeron que por cuanto Hernando de la Parra, vecino de esta ciudad es conquistador de esta provincia y de los primeros descubridores y pobladores de esta ciudad y es persona preeminente y de honra, y pidió se le diese sepoltura para él e sus descendientes, la cual ansí mismo fuese asiento para su mujer y descendientes en esta Santa Iglesia, y se le señaló doce pies más atrás del altar que está pegado al arco toral, arrimado a la pared a la mano derecha, yendo del coro al altar mayor, en el cual lugar dice que pretende hacer una capilla y dotalla en la iglesia que se está haciendo; y que si hubiere efeto el hacer de la dicha capilla y dotación que en el dicho sitio se le haya de señalar y señale, que ha de ser la primera de la nave de la mano derecha donde se han de edificar las capillas y que dará la limosna que a los dichos señores del cabildo les pareciere, atento a lo cual y a las dichas calidades que concurren en el dicho Hernando de la Parra y a que de presente da cien pesos de oro corriente de limosna a esta santa iglesia, le señalaban y señalaron la dicha sepoltura y asiento en el dicho lugar y sitio, y le mandaron dar título de ella, e los dichos señores lo firmaron.[38]
Cuando el capitán Lorencio de Cepeda Ahumada, hermano de Santa Teresa de Jesús, y doña Juana de Fuentes Espinoza, su esposa, vecinos también de Quito, bautizaron a su hija Teresa, el 4 de noviembre de 1566, los padrinos fueron Hernando de la Parra y su mujer doña Francisca del Corral[39].
Consagrada en junio de 1572, la catedral tenía cinco capillas que fueron adjudicadas a Rodrigo Núñez de Bonilla, Hernando de la Parra y Francisco Ruiz, todos vecinos de la Plaza Mayor y a Suárez de Figueroa, quien también iría a vivir a la vecindad de la plaza[40].
No he encontrado en ningún documento la fecha exacta del fallecimiento de Hernando de la Parra el viejo, pero el óbito debió de ocurrir después de la firma del documento de Quito y antes de 1572, pues el 22 de enero de este año el capitán Pedro de Ruanes, segundo marido de Francisca del Corral, fue nombrado curador y tutor de los menores Mateo Rodriguez, Blas de Sotomayor, Francisca del Corral y Beatriz de Corral, hermanos, hijos legítimos y herederos de Hernando de la Parra difunto, vecino que fue de San Francisco de Quito. Se cita también como hija suya a Bernardina de Carranza mujer de Bernardino de Cisneros, escribano del Cabildo de la ciudad.[41]
En un documento ya algo posterior se vuelve a mencionar la defunción de Hernando de la Parra, de forma secundaria, como propietario y vecino. Se trata de la petición de autorización hecha al Cabildo de la ciudad por el obispo Fray Pedro de la Peña y Vázquez, para construir el monasterio femenino de la Pura y Limpia Concepción. El Acta de la sesión en que se trató y resolvió la petición no está fechada; pero está escrita por delante de la del 22 de agosto de 1575. Y dice así:
En este cabildo se leyó una petición que el reverendísimo señor obispo deste obispado dio cerca de que se funde en esta ciudad un monesterio de monjas, y a ella se respondió lo que va escripto e firmado del escribano deste cabildo, y estos señores demás de aquello dixeron que les parece quel dicho monesterio se funde e haga en la cuadra del chantre Don Diego de Salas ques frontero de las casas de Hernando de la Parra difunto por ser en la calle de las prencipales desta ciudad e más cómoda para el dicho efeto;…[42]
Hernando de la Parra del Corral, el hijo mayor de los nacidos en Indias, murió como un año después que su padre, de una cuchillada que se le dio en una «quistion»[43].
Aunque el objetivo del artículo es presentar el documento inédito de Quito, que aporta hechos de Hernando de la Parra anterioriores a su viaje a Indias, me sabe a poco no haber podido reunir más información sobre su vida desde que fue vecino de Quito, colono y encomendero. Me parece muy escaso reducir los aproximadamente 70 años de su vida a unas pocas páginas. Es cierto que encontré algunos datos más, pero no pude constrastarlos suficientemente y he preferido omitirlos. Quizás alguien, más próximo a los documentos que se custodian en archivos ecuatorianos, lo pueda hacer algún día.
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- OBEREM, Udo, 1974 – Los Cañaris y la conquista española de la Sierra ecuatoriana, otro capítulo de las relaciones interétnicas en el siglo XVI En: Journal de la Société des Américanistes. Tome 63, 1974, pp. 263-274.
- WEBSTER, SUSAN V., 2002 – Arquitectura y empresa en el Quito colonial: José Jaime Ortíz, Alarife Mayor. Ediciones Abya-Yala. Quito-Ecuador.
El autor
Licenciado en Filosofía y Letras, Sección Ciencias de la Educación (Pedagogía).
Orientador Escolar, especializado en Dificultades Específicas de Aprendizaje (LSD).
Investigador aficionado de genealogía familiar y su entorno histórico.
e-mail: revs1945@gmail.com
Notas
[1] Baltanás es una localidad y municipio de la comarca de El Cerrato en la provincia de Palencia, Comunidad Autónoma de Castilla y León, España.
[2] A la historiadora y directora de este sitio María Teresa Díez Martín, por su asesoría y colaboración en este artículo. A la investigadora Tamara Estupiñán Viteri, por haberme dado la posibilidad de consultar su documentado libro sobre Rumiñahui y por su autorización para utilizar referencias de su base de datos. A la técnica superior de bibliotecas Gema Andrés Ramallo, de la Universidad Complutense, por haberme facilitado el acceso a documentación de archivos de Madrid. A José Antonio Carrillo Franco, por su constancia en mantener que el artículo tenía interés para publicarse. A todos aquellos que en varios años lo leyeron y lo dieron por nulo, porque posibilitaron que encontrara quien me ayudara a perfeccionarlo.
[3] Archivos consultados y siglas de aquí en adelante: AHPP: Archivo Histórico Provincial de Palencia; ARChV: (P, Protocolos): Archivo de la Real Chancillería de Valladolid (PC, Pleitos Civiles; c, caja; F, fenecidos.); AGI: Archivo General de Indias; PARES: Portal de Archivos Españoles, http://pares.mcu.es; p. página, pp. páginas; f. folio, ff. folios; ca, circa anum, hacia el año, t. tomo.
[4] AHPP, P, 11.553, ff. 135v.-149v. (1669-1699), y ARChV, PC, Pérez Alonso (F), c. 1980,2, ff. 279r.-304v. (1598-1621).
[5] AGI, Indiferente, 2081, N.33, f. 1r., (probable 1564) [en línea] PARES [Consulta: 22/06/2016].
[6] AGI, Contratación, 5537, L.3, f. 1r., (1563/1571) [en línea] PARES [Consulta: 22/06/2016].
[7] De los dos documentos citados que contienen la escritura del acuerdo, la transcripción literal que sigue corresponde al manuscrito del ARChV, PC, Pérez Alonso (F), c. 1980,2, ff. 279r.-304v. (1598-1621). Transcripción de Roberto Velasco Serrano, revisión de Mayte Díez Martín. Normas de la transcripción en anexo final de notas. Dada la longitud del texto y la dificultad de una efectiva actualización de la puntuación, se ha optado, en orden a facilitar la lectura y comprensión del texto, por una separación según marcas de folio. Esta separación no sigue el foliado original, pues se respeta la puntuación actualizada cuando ha sido posible y la continuidad de las palabras cortadas entre folios.
[8] Aunque Guadalcanal sí había pertenecido a Extremadura hasta 1833.
[9] Del matrimonio de Hernando y Elvira no se conserva partida de matrimonio, pero si la escritura de las Capitulaciones matrimoniales, que se hicieron el 28 de enero de 1551. En ausencia de su padre, las hizo su tío Toribio Gutiérrez, marido de María de la Parra. AHPP, P. 11.701, 1551, f. 11r.
[10] Archivo Parroquial de la iglesia de San Millán, Baltanás, Difuntos, Libro 1º, f. 30r.
[11] «De la Parra, Hernando. Español. Llegó a América en 1533. Vino desde San Miguel de Piura con Belalcázar. Uno de los más intrépidos y valientes conquistadores del Reino de Quito. Experto en ganar fortalezas y fuertes indígenas y en tomar pasos peligrosos de puentes y ríos. Luchó en Tiocajas, Chanchan, Sibambe, Pintag, Lita y Quilca. Fue de los que prendió a Rumiñahui y otros capitanes aborígenes. Estuvo en las capitulaciones de Riobamba. En la batalla de Iñaquito cayó prisionero y fue desterrado a Chile. En 1560 el rey de España le otorgó escudo de armas, fundador de Quito el 6-dic-1534. Ubicación: Extremo N. Urb. Carcelén, una cuadra al N de la c. A. Guillen.» Así comenta la calle de Quito que lleva el nombre de nuestro personaje, Ángel Dávalos H., Quito, significado y ubicación de sus calles: (a comienzos del siglo XXI), Quito-Ecuador. 2000.
[12] Este primer asentamiento de Pizarro, San Miguel es conocido como San Miguel de Tangarará, aunque su nombre real fue San Miguel de Nueva Castilla; pero en menos de dos años se trasladó al valle del Alto Piura, en el lugar llamado ahora Piura la Vieja, próximo a la exhacienda Monte de los Padres, donde se llamó San Miguel de Piura. En este lugar permaneció unos 40 años. Después se reubicó en el puerto de Paita con el nombre de San Francisco de la Buena Esperanza, donde se mantuvo cerca de 10 años y, por fin, en 1588 ocupó su emplazamiento actual, donde por mor de la costumbre se volvió a llamar San Miguel de Piura.
[13] «Apenas había llegado Belalcázar a San Miguel, cuando arribaron dos naves: una de Panamá y otra de Nicarahua, proveídas de buena caballería, pertrechos militares y sobrado número de gente…» Juan de Velasco, Historia del Reino de Quito en la América meridional, Tomo II, y Parte II. Quito, 1841, p. 115.
Declaración de Iñigo de Mondragón, en la probanza de méritos de 1560: «…el cual (Hernando de la Parra) fue a aquellas partes al tiempo que fue a la dicha provincia del Quito el adelantado don Sebastián de Belalcázar…», AGI, Patronato,B,R.12, f. 2r. (1560) [en línea] PARES [Consulta: 20/06/2016].
[14] “… salió Belalcálzar de San Miguel por octubre de 1533.” Juan de Velasco, Historia del Reino de Quito…, op. cit., p. 116. “Consultados diversos documentos, como cartas al rey y datos de otros cronistas, Belalcázar con su tropa de aventureros salieron desde San Miguel probablemente a principios del mes de marzo.” Alfredo Lozano Castro, Quito ciudad milenaria, Forma y Símbolo, Quito-Ecuador, 1991, p. 66.
[15] Udo Oberem, «Los Cañaris y la conquista española de la Sierra ecuatoriana, otro capítulo de las relaciones interétnicas en el siglo XVI», en Journal de la Société des Américanistes, Tomo 63, 1974, pp. 263-274.
[16] Según las Leyes de Indias: “tendrán calidad de vecinos solo los hombres propietarios”.
[17] “El célebre conquistador y vecino de Quito, cuyo nombre está en la historia inseparablemente unido al recuerdo de la captura del indómito Rumiñahui por parte de los expedicionarios del Capitán Benalcázar.” Jorge A. Garcés G., Libro del ilustre Cabildo: justicia e regimiento desta muy noble e muy leal ciudad de Sant Francisco del Quito, 1575-1576, Quito, 1935, p. xlv, nota 166.
[18] “…el dicho capitán (Juan de Ampudia) envió ciertos soldados de los que con él estaban, a esta ciudad, y los demás con él fuimos en seguimiento de los dichos capitanes (Rumiñahui y Zopozo Paucar), y visto por ellos el dicho alcance que les dábamos, se salieron de la dicha provincia de Quijos; y yendo hacia Sicho (Sigchos) fue preso el dicho Ruminavi (Rumiñahui) por ciertos soldados que andaban corriendo la tierra por mandado del dicho capitán Benalcázar (Belalcázar), lo cual fue principal parte para la pacificación de esta tierra, el cual no se prendían si nosotros no le diéramos el dicho alcance…” AGI, Patronato, 103B,R.12, f. 8., (1560) [en línea] PARES [Consulta: 20/06/2016].
[19] “…me aparté de la gente con que salí por una trabiesa que yva a una laguna y llegando a la dicha laguna junto a un pequeño montecillo estaba el dicho señor llamado Olumynabi (Rumiñahui) arrimado a un árbol e yo conosciéndole por señas que del traya arremyte con él e después de aver forzejado con el muy gran rato le prendí e acabándole de prender llegaron otros dos españoles y le llevé preso a do abía dexado la demás gente…”. AGI, Patronato, 153,N.11,R.2, ff 2v., 15r., 1554 [en línea] PARES [Consulta: 20/06/2016]. Conviene consultar las respuestas a la séptima pregunta del interrogatorio en: Ubidia Rubio, Luis Enrique. «Aporte documental a la Captura de Rumiñahui», Boletín del Archivo Nacional de Historia, año II, Números 3-4 (Quito, enero-diciembre de 1951), pp. 5-42.
[20] Rumiñahui, [en línea] Diccionario Biográfico Ecuador [Consulta: 24/06/2016].
[21] Rafael Loredo, Los Repartos: bocetos para la nueva historia del Perú, Lima, 1958, p. 292. La encomienda era un sistema por el cual la monarquía hispana otorgaba como recompensa a los conquistadores y colonos derechos sobre un territorio y una población indígena; en esencia, era un reparto de las tierras conquistadas. Los indígenas en este sistema eran, formalmente, súbditos de la Corona, y como tales tributarios y beneficiarios de la civilización española. Así, los encomenderos tenían la responsabilidad de «curar material y espiritualmente a los indígenas encomendados”. A cambio de estas ventajas los indígenas estaban obligados a trabajar sin salario cierto número de temporadas para los encomenderos. Este control de la mano de obra supuso, de hecho, un control del poder en manos de los encomenderos, que no interesaba a la Corona, y un sin fin de abusos con los indígenas. La sujeción de los indios a la encomienda terminó con la institución del repartimiento que se mantuvo hasta las independencias, en este sistema laboral eran adjudicados, obligados, como mano de obra para los encomenderos, ya hacendados, por un salario mínimo o simbólico.
[22] Algunos de estos sucesos los confirman los testigos del pleito que contra él se puso en 1565: Litigio entre don Juan Zumba, cacique del pueblo de Uyumbicho y Hernando de la Parra, alcalde ordinario de la ciudad de Quito sobre tierras en Uyumbicho, Quito, 1565. en Cristobal Landazuri N., (comp.), Visita y numeración de los pueblos del valle de los Chillos: 1551-1559, Quito, 1990, pp. 291-302.
[23] «…y os desterró para Chile juntamente con otros soldados, servidores nuestros, con los cuales os habíades concertado. Y tomastes el navío en que os llevaban y os fuistes huyendo a la Nueva España…». En A. Paz y Meliá, (comp.), Nobiliario de conquistadores de Indias, Madrid, 1892, p. 118.
[24] Christiana Renate Borchart de Moreno, La Audiencia de Quito: aspectos económicos y sociales (siglos XVI-XVIII). Quito-Ecuador, 1998, pp. 143, nota 39.
[25] “…en 1548 ya estaba en Quito la sevillana Francisca del Corral e Hinojedo, que había casado en Lima con el viejo conquistador Hernando de la Parra y Carranza, natural de Extremadura, ella llevó 10.000 pesos ensayados y él 2.000 pesos en pago de su virginidad, la señora testó el 13 de enero de 1590 de unos 62 años.” Fernando Jurado Noboa, Quito secreto: Historia documentada y desconocida sobre el origen y desarrollo de esta ciudad andina, Quito-Ecuador, 1998, p. 22. Recordemos que su hijo Hernando ya había dejado dicho en el documento transcrito al comienzo del artículo: «…la escritura de dote e promessa que el dicho mi padre hizo e otorgo en su fabor por ante Francisco Álbarez, escrivano de su magestad en la Ciudad de los Reyes, en honce días del mes // de mayo del año passado de mill e quinientos e quarenta e nuebe años…»
[26] No es baladí que lleve el apellido Rodríguez, pues probablemente ese era también el de su padre, que se llamaría Hernando Rodríguez de la Parra.
[27] Alfredo Costales Samaniego y Dolores Costales Peñaherrera, El legendario general indio Alejo Sáez, Quito-Ecuador, 2001, pp. 105 y ss.
[28] Salvo que en esas fechas hubiese un homónimo en Quito, este dato es como se incluye en Manuel Casado Arboniés, «La Real Hacienda de la Audiencia de Quito (1537-1603): La discontinuidad en las cartas-cuentas y tanteos», EHSEA, 15 (1997), p. 86.
[29] AGI, Patronato,103B,R.12, f. 4v., (1560) [en línea] PARES [Consulta: 20/06/2016].
[30] A. Paz y Meliá, (comp.), Nobiliario de conquistadores de Indias, Madrid, 1892, p. 118.
[31] Cristobal Landazuri N., (comp.), Visita y numeración de los pueblos…, op. cit., pp. 268-303.
[32] Frank Salomon, Los señores étnicos de Quito en la época de los incas, Otavalo-Ecuador, 1980, p. 91.
[33] Segundo Moreno, (comp.), Pichincha: Monografía Histórica de la Región Nuclear Ecuatoriana, Ecuador, 1981, p. 232. Citado por Blanca Luz Flores Tupiza, La época colonial en la Real Audiencia de Quito y su incidencia en los levantamientos indígenas, Quito, 2012, p. 46.
[34] «…consta que la casa estaba exactamente en el ángulo sur de lo que ahora es el Palacio Presidencial.» Fernando Jurado Noboa, Calles, casas y gente del centro histórico de Quito, de 1534 a 1950. Tomo IV, Quito, 2006, p. 284.
[35] Christiana Renate Borchart de Moreno, La Audiencia de Quito: aspectos económicos…, op. cit., p. 143, nota 39.
[36] Pilar Ponce Leiva, Certezas ante la incertidumbre. Elite y Cabildo de Quito en el siglo XVII, Quito, 1998, p. 132.
[37] Susan V. Webster, Arquitectura y empresa en el Quito colonial: José Jaime Ortíz, Alarife Mayor, Quito-Ecuador, 2002. p. 28.
[38] Jorge A. Garcés G. (colaborador), Colección de Documentos sobre el obispado de Quito: 1546-1594. Quito, 1946, p. 184.
[39] Manuel María Polit, La familia de Santa Teresa en América, Friburgo de Brisgovia (Alemania), 1905, p. 346.
[40] Juan Carlos Pérgolis Valsecchi, La plaza el centro de la ciudad, Colombia, 2002, p. 194.
[41] AGI, Patronato,118, R.6. ff. 6r.-8r., 22r., (1572) [en línea] PARES [Consulta: 20/06/2016].
[42] Jorge A. Garcés G., Libro del ilustre Cabildo: justicia…, op. cit., p. 124.
[43] AGI, Patronato,118, R.6. ff. 6r.-8r., 22r., (1572) [en línea] PARES [Consulta: 20/06/2016].
[Traslado de Blogia]
Autor: Tamara Estupiñán Viteri
Una excelente investigación sobre Hernando de la Parra y un buen aporte historiográfico para la historia de la Audiencia de Quito.
Fecha: 07/05/2017 00:15.